Primer Learning Journey de Glasswing: una mirada cercana a la resiliencia y al cambio

Primer Learning Journey de Glasswing: una mirada cercana a la resiliencia y al cambio

Recientemente, un grupo de personas filántropas y defensoras de la educación se reunió en el primer “Learning Journey” de Glasswing. El evento se realizó en Ciudad de México durante tres días, con la participación de miembros del consejo de Glasswing, personas aliadas y colaboradoras.

El Learning Journey en México no solo se trató de observar en acción los programas de Educación y de Desarrollo Comunitario de Glasswing, sino de sentir su impacto. Las personas participantes escucharon a jóvenes y miembros de la comunidad para comprender sus necesidades desde una perspectiva personal. Visitaron escuelas, centros comunitarios y espacios de aprendizaje que sirven a comunidades con recursos limitados y reflexionaron sobre cómo podemos contribuir a fortalecerlos.

Visita a una escuela donde las y los estudiantes prosperan en sus Clubes Extracurriculares

La primera parada fue la Escuela Moisés Sáenz, ubicada en la Colonia Santa María La Ribera, cerca de la Ciudad de México. Este centro educativo atiende a aproximadamente 750 estudiantes de primero a sexto grado.

Tyler Reynolds participa en una actividad del Learning Journey

Tyler Reynolds, abogado radicado en Nueva York y una de las 15 personas asistentes, describió la escuela como “físicamente hermosa”, aunque no sin sus limitaciones, como una biblioteca poco equipada. “Estas niñas y niños merecen mucho más”, comentó.

Las y los estudiantes dieron la bienvenida con juegos para conocerse, generando momentos memorables, como cuando apodaron a Tyler, de cariño, “Tyler, the Creator”, en referencia al artista pop. Estas interacciones pequeñas pero significativas reflejaron el poder de la conexión y el sentido de comunidad.

Las personas asistentes también pudieron ver en acción los clubes de Robótica y Fútbol, dos de los clubes de Glasswing que fomentan el trabajo en equipo, el pensamiento creativo y la resolución de problemas.

Ambos clubes mostraron un gran impacto. Tyler se sintió especialmente impresionado por la motivación y colaboración del grupo, que incluso asistió en un día libre.

También tuvo la oportunidad de colaborar con las y los estudiantes en un proyecto de Robótica. “Quedó claro que el enfoque de Glasswing funciona. Estas niñas y niños reconocen sus fortalezas: un niño destacaba en programación, mientras que una niña lideraba la organización del equipo. Fue profundamente inspirador”.

Club de fútbol

Uno de los aspectos más relevantes para Tyler y  Caroline Hempstead, otra asistente de Boston, fue cómo el componente de salud mental está completamente integrado en la programación de Glasswing. Los clubes incluyen espacios de chequeos emocionales, permitiendo a las y los estudiantes expresarse de forma segura. También incorporan prácticas como la meditación al inicio y cierre de las actividades extracurriculares.

“No son solo retos académicos”, expresó Caroline. “Son batallas personales, sistémicas. Se trata del peso que cargan estas niñas, niños y jóvenes, y de cómo programas como estos les dan una verdadera oportunidad”. 

Siguiente parada: el Centro de Estudios Tecnológico Industrial y de Servicios (CETIS) #57

Ese mismo día, el grupo visitó el CETIS #57 “Ignacio Allende” en Iztapalapa, un centro de formación técnico enfocado en profesiones del área de salud.

El contraste fue evidente. La infraestructura estaba en condiciones peores, sin biblioteca y con daños estructurales causados por un sismo. Ni siquiera contaban con agua potable.

Tyler compartió que una estudiante próxima a graduarse le habló con tristeza sobre el estado del centro, al que su familia había asistido por generaciones. Aunque le preocupaba no verlo restaurado, mantenía la esperanza de que futuras generaciones tuvieran mejores oportunidades.

“No es por falta de liderazgo o compromiso que estas escuelas enfrentan dificultades”, señaló Tyler, destacando lo dinámica y querida que era la directora. “Lo que necesitan es apoyo”. Comentó que una simple inversión en tanques de agua podría generar una mejora inmediata.

Muchas y muchos estudiantes viajan durante horas para asistir, levantándose a las 5:30 a.m. y regresando tarde por la noche. A pesar de las largas jornadas, siguen con compromiso con su educación y superación personal.

“Cuando una persona joven está dispuesta a superar tantas barreras, lo mínimo que podemos hacer es invertir en su futuro”, concluyó Tyler.

Un problema aparentemente pequeño evidenció el poder de la intervención oportuna: en una de las escuelas, animales esparcen la basura todas las noches, obligando a docentes a limpiarla antes de comenzar clases. ¿La solución? Cien dólares en basureros con tapa. Un cambio sencillo, con gran impacto: menos tiempo limpiando, más tiempo enseñando.

“Imaginen”, dijo Tyler, “estas docentes ya hacen muchísimo con muy poco. Si podemos resolver estos problemas, imaginen todo lo demás que podemos lograr”.

Más allá de las escuelas

Uno de los momentos más impactantes del recorrido fue la visita a Casa Tochán, un albergue para personas en tránsito en Ciudad de México.

Contrario a lo que algunas personas esperaban, no se trataba de un campamento improvisado, sino de una casa adaptada como espacio digno y seguro. Las personas albergadas provenían de países tan diversos como Rusia, Turquía, Haití y distintas naciones latinoamericanas.

En el pizarrón se leían frases como “How are you?” y “I’m looking for work”. Estaban aprendiendo inglés y preparándose para nuevas oportunidades de vida.

Impacto local y a escala

El equipo de Glasswing explicó las altas tasas de desempleo juvenil en la región, pero también compartió un mensaje esperanzador: estos programas están cambiando esa realidad.

No se trata solo de cubrir brechas educativas, sino de crear rutas hacia el empleo, el liderazgo y un futuro que las y los jóvenes puedan imaginar para sí mismos.

“Lo que más me impactó”, dijo Caroline, “es lo específicas que son las soluciones. No aplican un modelo genérico. Escuchan, se adaptan y por eso funciona”. Destacó cómo la estrategia de Glasswing responde a las necesidades locales, asegurando su sostenibilidad.

Al finalizar el recorrido, una cosa quedó clara: el impacto de Glasswing no se mide solo en cifras, sino en su capacidad de adaptación. Su modelo funciona porque no es uniforme: se trata de encontrar a las comunidades donde están y construir soluciones que perduren.

Con programas que ya alcanzan a más de 250,000 personas en 15 países, el reto ahora es escalar, asegurando que más comunidades, gobiernos y actores locales puedan apropiarse y replicar estas soluciones.

“Si queremos apoyar a una organización sin fines de lucro, necesitamos ver que el programa es adoptado por los gobiernos”, comentó Tyler. “Glasswing ha logrado eso. Sus programas ya son parte de la formación estándar de cuerpos de seguridad en algunos países. Eso demuestra que funcionan y que merecen ser respaldados”.

Reflexiones finales

En solo unos días, las personas participantes adquirieron un conocimiento profundo. El itinerario, cuidadosamente diseñado, permitió que personas con agendas muy ocupadas pudieran involucrarse de forma significativa.

“Verlo en acción lo cambia todo”, dijo Tyler. “Te das cuenta de lo vitales que son estos programas”.

“La diferencia entre escuchar sobre estos programas y verlos en persona es enorme”, añadió. “Cuando ves el impacto, lo sientes de verdad”.

El Learning Journey en México fue un llamado al compromiso con un cambio real y duradero.

“Cuando invertimos en estos estudiantes, invertimos en todos nosotros”, concluyó Caroline.

Únete a nosotros

Estás lista o listo para formar parte del cambio? Para obtener más información sobre los Learning Journeys de Glasswing, incluyendo cómo participar en el próximo, escribe a Bridget Kane, directora de Relaciones de Glasswing: [email protected].